miércoles, 11 de junio de 2008

EDUCACIÓN HUMANISTA EN LA UNIVERSIDAD: ¿UTOPÍA O NECESIDAD?

No se podría iniciar este documento sin antes hacer una clara distinción del verdadero significado del concepto de educar.
En cualquier tratado de pedagogía que consultemos encontraremos el origen etimológico del término.
Término que encierra un profundo significado al cual no podemos abandonar para efectos de la formación de cualquier profesional. Partiremos de sus raíces etimológicas con el propósito de realizar algunas reflexiones en torno al mismo.
En primer lugar la educación se debe entender como una forma de ser y de vivir. Ya que en esto consiste mucho de la profundidad de la misma.
Según [1]Ricardo Nasif este pedagogo nos dice que “ la palabra educación procede del latín educare, que significa “ Criar”, “ Nutrir” o “alimentar”, y de exducere, que equivale a “sacar”, “ llevar” o “ conducir “ desde adentro hacia fuera”
De igual manera, [2]OSHO, pensador de origen Hindú sostiene que el término educación tiene dos significados, ambos son hermosos. Por un lado un significado que es muy conocido, pero que no se práctica en absoluto, esto es, sacar algo de ti, es decir, sacar algo que está en tú interior, actualizar tu potencial, como cuando sacas agua de un pozo. Pero sostiene este mismo filósofo que por el contrario, se siguen vertiendo cantidades de conocimientos de historia, matemáticas, geografía lo que da como resultado que al educando lo transforman en un loro. Han transformado al estudiante en un ordenador.
El otro concepto también del latín educare, que significa conducirte de la oscuridad a la luz. Pues continúa el mismo autor diciendo que el hombre vive en la oscuridad, en la inconciencia, y el hombre es capaz de llenarse de luz. De ahí que la educación tiene como finalidad primordial traerte de la oscuridad a la luz de lo contrario, puede ser cualquier otra cosa menos educación.
En consecuencia, la educación implica muchas cosas entre ellas: desarrollo intelectual es decir, desarrollar su capacidad de raciocinio, capacidad de pensar por si mismo, crear, imaginar. De tal manera que al desarrollar dichas capacidades toma conciencia de su ser hombre; se humaniza, se comprende y comprende. El hombre no nace hombre se hace hombre en su propio devenir. Como sostiene Fernando Savater “nacemos humanos pero eso no basta: tenemos también que serlo. . . los humanos nacemos siéndolo ya pero no lo somos del todo hasta después” significa que la llamada ha transformarlos en verdaderos hombres, es decir, hombres de bien, hombres útiles a la sociedad y a la humanidad es la educación a través de una institución que se llama Universidad.
Surge entonces una interrogante.
Humanismo en la Universidad ¿Por qué y para qué? La respuesta que habremos de dar no es nada fácil, pues aquí se pone en juego la concepción de educación, de hombre y de la vida que tenga la institución patrocinadora de la educación. Pues de ello dependerá el reconocernos como lo que somos y a partir de ahí abrirnos a los vientos del cambio.
Como se ha podido notar el concepto de educación no es unilateral sino por el contrario encierra un alto contenido mucho más complejo del que podemos imaginarnos. Por esa razón resulta difícil abordarlo de una forma general es necesario que lo delimitemos a fin de abarcarlo por lo menos con alguna profundidad. En este caso hablaremos de la educación Universitaria.
Si realmente lo que se hace en la Universidad es educar lo primero que deberíamos saber los docentes sería conocer el significado correcto del término educar. Ya que esto es la base para transformar acertadamente la materia prima que año con año recibimos en las aulas universitarias. Pero si juzgamos por los resultados que se obtienen en las diferentes profesiones nos percatamos que la mayoría de profesionales salen dominando una técnica, pero muy poco los valores supremos que nuestra máxima casa de estudio se propone desarrollar en los profesionales. Surgen interrogantes que parecen sencillas de responder y que en muchos casos algunos profesionales de la docencia la responden con desdén como por ejemplo, ¿Saben los profesionales que se dedican a la docencia Universitaria el significado de educar? ¿Están capacitados los docentes de la Universidad para ejercer la docencia? ¿Son conscientes los docentes de la Universidad de lo complejo que resulta asumir la educación de las nuevas generaciones de una sociedad? ¿Están conscientes los docentes de las consecuencias que para la sociedad tiene no desarrollar una educación acertada de las nuevas generaciones? Si no sabemos lo que implica el proceso educativo ¿Qué debemos hacer los docentes? Parecería raro pero la lógica de las preguntas se impone. Obviamente, yo, en calidad de docente lo que haría es sin vacilación alguna es aceptar con toda humildad mi estado de ignorancia; porque manejar una técnica, dominar la tecnología o una ciencia determinada, no es sinónimo de conocer el significado de educar, o mejor dicho saber educar. Sin embargo, en nuestro medio campea por doquier los docentes que se ufanan de ser grandes maestros, porque dominan una determinada especialización, lo cual sólo demuestra su soberbia y la falta de humildad.
“Podemos decir que se educa para ser y se es en tanto se es educado. Por eso cuando descubramos que significa educar esteremos capacitados para pensar, sentir y actuar, nos estaremos dando capacidad de ser. . . inserto en este proceso el hombre se vuelve observador y autocrítico”[3]. Yo le agregaría se hace realmente hombre.
En relación con las respuestas de las otras interrogantes las dejaría para que sean los mismos docentes que las respondieran ya que se su respuesta dependerán las acciones que ellos puedan asumir.
Lo que aquí nos interesa sobre todo es demostrar que asumir el papel de educador a cualquier nivel no es una tarea fácil; requiere dedicación, ética profesional, conocimiento de los fundamentos socio pedagógico y asumir una actitud de humildad y respeto por los educandos. O como plantea Viviana González:
“Ser docente universitario competente desde una concepción humanista de la educación significa, no ser conocedor de la ciencia que explica, (física, matemáticas) sino también de los contenidos teóricos y metodológicos de la psicología, la pedagogía y la investigación educativa contemporánea que los capacite para diseñar en sus disciplinas un proceso de enseñanza aprendizaje potenciador del desarrollo de la personalidad del estudiante”.
En este mismo orden se manifestaba hace muchos años el ex-rector de la Universidad de El Salvador (15 de febrero de 1934) Dr. Serbelio Navarrete en la conferencia de apertura de la Universidad:

La Universidad es, ante todo, el superior plantel educativo de la nación. Su misión no es solamente hacer médicos e ingenieros, farmacéuticos, dentistas, y abogados; no solamente garantizar la competencia y la honestidad de quienes se dedican al ejercicio de esas profesiones. Su más importante misión es dar a la patria hombres cultos en la genuina significación del vocablo: hombres de verdadera cultura moral e intelectual” [4]

En este mismo orden de ideas Viviana González docente de la Universidad de la Habana plantea que “la educación superior en la actualidad tiene como misión esencial la formación de profesionales altamente capacitados que actúen como ciudadanos responsables, competentes y comprometidos con el desarrollo social.”[5]
De modo que estamos en un momento tan difícil en el que confluyen valores de una sociedad tradicional y valores de una nueva sociedad que nos presenta no sólo comodidad; sino multiplicidad de problemas que ya no se pueden solucionar con los métodos y estrategias del pasado.
Por eso es imprescindible que la Universidad de un giro considerable pero sin perder de vista su compromiso y su esencia; no se trata de que la Universidad rechace el desarrollo de la ciencia, la técnica y la tecnología, se trata más bien que la Universidad aprenda a manejar la tecnología para que la tecnología no la domine a ella. La Universidad jamás debe perder de vista que su más alta y suprema misión es “formar al hombre. Y, educar al hombre significa ofrecerle todas las posibilidades para la realización de su ser. La educación como formación integral, tiene que ver con el aspecto intelectual, el carácter moral, la integración emotiva, la salud mental y corporal.”[6]
Retomando una de las interrogantes de la Dra. Viviana entonces diremos también ¿Qué significa formar un profesional competente, responsable y comprometido con el desarrollo social?
Significa trascender el estrecho esquema de que un buen profesional es aquel que posee los conocimientos y habilidades que le permiten desempeñarse con éxito en la profesión y sustituirlo por una concepción más amplia y humana del profesional entendido como un sujeto que orienta su actuación con independencia y creatividad sobre la base de una sólida motivación profesional que le permite perseverar en la búsqueda de soluciones a los problemas profesionales auxiliado por sus conocimientos y habilidades en una óptica ética y creativa. En consecuencia, formar a un profesional en la Universidad implica que se debe abandonar la concepción de que lo importante es la adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas. En necesario e imprescindible la formación humana del nuevo profesional, dado que vivimos en una sociedad en la que imperan los antivalores, la injusticia, la inmoralidad y la corrupción entre otros. De continuar con el proceso de formación que hoy se brinda a los profesionales sobre todo en las áreas médicas y técnicas probablemente dentro de poco tendremos grandes cantidades de excelentes técnicos pero una sociedad mucho más deshumanizada que la que experimentamos en la actualidad. Estaremos arribando no sólo a la sociedad que hace muchos años denunció [7]José ingenieros, mediocre, sino a la que nos plantea [8]enrique Rojas a la “sociedad Light” una sociedad en la que el hombre se pierde en el placer, vive para el placer, para el tener, su meta última es disfrutar; pero es un hombre vacío carente de valores sin respeto al prójimo. Vive un materialismo exacerbado, pues lo que cuenta para este perfil de hombre es pasarla bien a costa de cualquier cosa. Practica un hedonismo permisivo en donde todo vale y lo importante soy yo. Pero este hombre no sólo es eso se además altamente consumista. En pocas palabras es un ser sin moral.

[1] Ricardo Nasif. Pedagogía General. P.
[2] Osho. El libro del niño p.
[3] WWW.Google.com. P.
[4] Serbelio Navarrete. En los jardines de academo. p.23.
[5] WWW. Google.com. Dra. Viviana González Maura docente de la Universidad de la Habana Cuba. Ponencia presentada en el I Congreso Iberoamericana de formación de profesores en la Universidad Federal de Santa María, Río Grande, del Brasil, del 17 de abril del 2000.
[6] Opcit. P.
[7] José Ingeniros . El hombre Mediocre.
[8] Enrique Rojas. El Hombre Light PS. 15 – 17.

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